Una mejor gobernanza de los minerales de transición es imprescindible para la conservación de la biodiversidad
Una acción climática eficaz requiere un enfoque holístico; sin embargo, las cuestiones críticas relacionadas con la biodiversidad y la gobernanza de los minerales se abordan, a menudo, por separado. Para los líderes mundiales reunidos en la COP16 de Biodiversidad, y con la vista puesta en las Conferencia de las Partes sobre cambio climático COP29 y COP30, existen enormes oportunidades para actuar de forma concertada en este triple nexo crítico.
Una desconexión peligrosa: la importancia de los minerales de transición y la biodiversidad para la acción climática
Los minerales de transición son esenciales para cumplir los compromisos de la COP28 de la CMNUCC para una transición energética justa y ordenada, que requiere triplicar la energía renovable y duplicar la eficiencia energética para 2030. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que la demanda de minerales necesarios para los paneles solares, turbinas eólicas y baterías eléctricas se triplique para 2030 y se cuadruplique para 2040.
No obstante, casi el 40 % de esos minerales se encuentran en países que presentan una gobernanza débil o deficiente, lo que significa que carecen de leyes, políticas, prácticas y mecanismos de rendición de cuentas que garanticen que la minería no cause daños y que aporte beneficios a sus ciudadanos. Además, más de la mitad de las reservas potenciales de minerales de transición se encuentran en tierras donde los grupos indígenas o campesinos tienen derechos reconocidos o reclamados.
El impacto perjudicial de la minería sobre el medio ambiente es bastante conocido, y el riesgo de que se produzcan más daños se incrementa con la demanda de minerales de transición. En Indonesia, la rápida expansión de minería del níquel, un mineral necesario para las baterías de iones de litio utilizadas en los vehículos eléctricos y el almacenamiento de energías renovables ha provocado la deforestación de una extensión de bosque tropical del tamaño de la ciudad de Nueva York. Cerca de un tercio de las reservas de minerales de transición de Brasil se encuentran bajo la cuenca del Amazonas, lo que supone un alto riesgo de deforestación en una de las zonas con mayor biodiversidad del mundo. A medida que disminuyen la calidad y la concentración de las áreas extracción de cobre, las empresas mineras están ampliando la exploración en zonas de gran biodiversidad, como el Piedemonte Andino-Amazónico, y la selva del Chocó en Colombia; y el bosque nuboso de Intag en Ecuador.
La protección de los bosques y la biodiversidad complementan la transición a las energías limpias. Los bosques ayudan a estabilizar el clima, contribuyen a la seguridad alimentaria e hídrica, protegen la salud humana y favorecen la adaptación a un planeta que se calienta. David Kaimowitz, de Land and Forest Tenure Facility, sugirió recientemente que “cuando se trata de almacenar carbono, los bosques tienen el potencial de comprar 10 o 20 años más para que la Tierra gestione su transición lejos de los combustibles fósiles”. La biodiversidad mejora la resiliencia y el equilibrio de los ecosistemas, garantizando que los sistemas naturales sigan sustentando la vida. Es especialmente vital para las comunidades locales y los pueblos indígenas, que dependen de estos ecosistemas para su sustento y sus prácticas culturales. Reconociendo la importancia de la biodiversidad, 88 jefes de Estado han firmado el Compromiso de los Líderes por la Naturaleza, comprometiéndose a detener y revertir la pérdida de biodiversidad para 2030.
Sin embargo, las instituciones públicas, organizaciones de la sociedad civil y empresas privadas que trabajan en los temas de bosques, biodiversidad o gobernanza de minerales en transición a menudo operan desde frentes aislados. Esto es muy problemático, ya que la urgencia por suministrar minerales de transición -que ha suscitado, en algunos casos, sociedades entre países poco transparentes que pretenden asegurar un suministro constante de estos minerales- puede precipitar una tendencia negativa que socave las normas socioambientales y de gobernanza.
El camino hacia la buena gobernanza pasa por tomar en cuenta a los bosques
Las organizaciones de la sociedad civil y la comunidad internacional que trabajan en la gobernanza de la minería deberían adoptar una visión más holística sobre rol de la naturaleza como sustento del desarrollo sostenible y el bienestar humano. Esto incluye poner en valor los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas y las comunidades locales, y diseñar programas y proyectos que reconozcan la intersección de la minería y sus actividades tradicionales. Del mismo modo, las organizaciones que trabajan para proteger la biodiversidad y los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades deberían integrar mejor la gobernanza minera en su trabajo, comprender la dinámica de la economía política que sustenta los modelos de extracción, y luchar contra la corrupción que perpetúa las relaciones asimétricas de poder.
Existen varias oportunidades inmediatas para que los actores avancen en este enfoque más holístico:
Implementar las orientaciones y recomendaciones de la ONU sobre minerales de transición. El Panel de la Secretaría General de la ONU sobre Minerales Críticos para la Transición Energética publicó en setiembre una serie de orientaciones y recomendaciones que sitúan a la gobernanza de los minerales entre las prioridades de la agenda climática. El panel señaló el principio rector de que “debe salvaguardarse la integridad del planeta, su medio ambiente y su biodiversidad” como un elemento interconectado a los temas de derechos humanos, justicia, desarrollo económico, lucha contra la corrupción y paz. Los miembros del panel -entre los que se encontraban representantes de países productores como Chile, República Democrática del Congo (RDC) e Indonesia; países y bloques consumidores como la Unión Europea, China, Estados Unidos y Reino Unido; industria e inversores; iniciativas multilaterales; organizaciones de la sociedad civil y movimientos de pueblos indígenas- reconocieron la presión que la extracción de minerales de transición puede ejercer sobre las personas, la biodiversidad, el agua, la geodiversidad y los ecosistemas. El panel señaló la importancia de contar con un nuevo paradigma minero que anime a los gobiernos a declarar las áreas protegidas como «zonas prohibidas» para la extracción de minerales de transición, y pide objetivos y plazos equitativos para los enfoques de eficiencia material y circularidad a lo largo de todo el ciclo de vida de los minerales de transición.
Basándose en el trabajo del grupo, las Naciones Unidas deben elaborar directrices internacionales para la protección del agua y la biodiversidad en las operaciones mineras para la transición energética, en cooperación con los pueblos indígenas, titulares de derechos y otros actores clave. Esto debería incluir medidas estrictas para proteger los lugares sagrados de las actividades mineras, reconociendo su importancia cultural y espiritual. Los gobiernos y las empresas deben prohibir y evitar cualquier exploración o explotación minera en áreas protegidas, otros lugares de gran valor para la biodiversidad y el patrimonio cultural y en sumideros de carbono, y aplicar el principio precautorio para garantizar medidas efectivas de protección del medio ambiente. Los gobiernos y las empresas también deben poner fin a la criminalización de los defensores ambientales. Es necesario reconocer su labor y comprometerse a proteger sus derechos adoptando y divulgando las políticas adecuadas para protegerlos de asesinatos, ataques, acoso -como litigio estratégico contra la participación pública- y represión, y proporcionar una reparación efectiva.
- Mejorar la debida diligencia. Los consumidores esperan, cada vez más, que las empresas lleven a cabo una debida diligencia sobre la verificación de origen de los minerales de los que se abastecen. Directrices como la Guía de Debida Diligencia de la OCDE para Cadenas de Suministro Responsables de Minerales en Áreas de Conflictos o de Alto Riesgo proporcionan marcos para que las empresas aborden algunos riesgos sociales y medioambientales asociados a las cadenas de suministro de minerales. La comunidad internacional debe velar para que los estándares de la debida diligencia incluyan cuestiones sobre gobernanza minera, medidas especialmente firmes contra la corrupción junto con disposiciones eficaces para proteger los bosques y la biodiversidad, y que estos estándares se cumplan.
Integrar la gobernanza de los minerales y la biodiversidad en los marcos de transición justa. Cada vez se presta más atención a la necesidad de promover una transición justa en el Sur Global, incluido un programa de trabajo creado en la COP28 y mecanismos financieros, como las asociaciones para una transición energética justa (JETP por sus siglas en inglés), para ayudar a los países de renta baja y media a acelerar la transición hacia las energías renovables. Las organizaciones mundiales y las instituciones públicas que trabajan en el ámbito de la biodiversidad deberían integrar disposiciones para proteger los bosques y la biodiversidad en estos programas, y garantizar que estas protecciones se encuentran entre los principios de transición justa que constituyen el núcleo de la convención climática de la ONU. Por ejemplo, la secretaría del JETP de Indonesia incluyó la biodiversidad como una de las normas que guían su enfoque de la transición justa.
La conferencia sobre biodiversidad COP16 de este mes es también una oportunidad crucial para alinear los esfuerzos de conservación con el imperativo de una transición energética justa. Como anfitrión, el gobierno colombiano está promoviendo un acuerdo global para avanzar en las prácticas mineras responsables para la protección de la vida y el medio ambiente, basándose en las recomendaciones del panel de minerales de transición de la ONU. Este y otros espacios que conectan las conversaciones sobre el clima y la naturaleza son una oportunidad para mejorar la colaboración, especialmente teniendo en cuenta que la COP30 se celebrará en un país amazónico, Brasil, en 2025. Se trata de una oportunidad crucial para que los gobiernos y los organismos internacionales, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), pongan de relieve la intersección entre la conservación de la biodiversidad y una transición energética justa.
Una coalición entre quienes buscan preservar y proteger la biodiversidad, los bosques y el medio ambiente, y quienes trabajan para garantizar que la ampliación de las energías renovables beneficie, y no perjudique, a las personas y al planeta, facilitaría enormemente la acción por el clima. Centrarse en la gobernanza -en las leyes y políticas que dan forma a las acciones, quién tiene el poder de tomar decisiones y quién es responsable de los resultados- unificará, amplificará y acelerará estos esfuerzos colectivos. En la COP16, NRGI aprovechará la oportunidad para impulsar esa colaboración concertada.
Authors
Ana Carolina González Espinosa
Senior Director for Programs
Suneeta Kaimal
President and Chief Executive Officer
Sofía Vargas
Project Coordinator