Pemex y la transición energética: respuestas oportunas a retos crecientes
La transición energética requiere respuestas oportunas y efectivas para garantizar un futuro sostenible para todos.
Mensajes clave
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Para evitar una catástrofe climática, es necesaria una transición energética que dé salida progresiva a los combustibles fósiles. Las principales economías están avanzando en esta transición, lo cual supone un riesgo para los países productores de petróleo y sus empresas estatales. En el caso de México y Pemex, según nuestro análisis, aproximadamente USD 10 000 millones en activos de la empresa no alcanzarían el punto de equilibrio en el Escenario de Compromisos Declarados (APS) de la Agencia Internacional de Energía (IEA) —supuesto en el que todos los gobiernos del mundo cumplen con sus políticas climáticas actuales—. La afectación será particularmente severa en comunidades con vínculos económicos, sociales y culturales más fuertes con la industria petrolera, como ocurre en los estados de Campeche y Tabasco. Sin embargo, el riesgo para la sociedad mexicana en su conjunto también es significativo, dado que los ingresos públicos procedentes de la industria petrolera disminuirán.
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Es cada vez más probable que la transición energética resulte en una caída progresiva y permanente de la demanda mundial de petróleo. Si bien el mercado interno en México tiene un tamaño significativo, centrarse en producir para satisfacer la demanda doméstica no representa una protección adecuada ante el riesgo que implica la transición energética.
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Pemex atraviesa una complicada situación financiera que la transición energética podría agravar. Se trata de la empresa estatal petrolera más endeudada del mundo, con altos costos en su sistema de refinación, sus pasivos laborales y varios proyectos upstream. Estos desafíos no hacen más que empeorar la posición de la empresa frente a los impactos de la transición energética. Por lo tanto, es difícil que Pemex pueda ser parte del grupo de empresas petroleras estatales que sobrevivan la transición energética hasta el final, o que sea de las últimas que queden en pie.
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La raíz del problema en el caso mexicano es el descenso de la producción y los elevados costos. La extracción de petróleo ha experimentado una caída de largo plazo. Aun con apoyos financieros sustanciales por parte del Gobierno, Pemex no ha podido revertir de forma significativa la producción a la baja, y es poco probable que esta situación cambie radicalmente.
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Sin ganancias suficientes, el endeudamiento de Pemex aumentará. Por su parte, los acreedores se han mostrado dispuestos a seguir prestándole dinero a Pemex, dada la expectativa de que el respaldo gubernamental continuará. Sin embargo, en la medida en que más acreedores tomen en serio el riesgo de la transición energética y la necesidad de descarbonizar sus inversiones, este apoyo será crecientemente cuestionado y aumentarán las tasas de interés para Pemex y/o el Gobierno mexicano (las cuales, de hecho, ya han empezado a aumentar). Esto podría hacer prohibitivo el costo de endeudamiento de la empresa y provocar una espiral de problemas financieros que a su vez provoquen que el apoyo gubernamental resulte demasiado costoso.
Avanzar en la transición energética mundial es indispensable para evitar los peores impactos de la crisis climática. Sin embargo, el proceso trae aparejados riesgos para los países productores de combustibles fósiles y las empresas petroleras estatales (NOC por sus siglas en inglés), como México y Petróleos Mexicanos (Pemex). La Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que, si los gobiernos mundiales cumplen con los compromisos climáticos que adquirieron, la demanda mundial de petróleo crudo se reducirá a la mitad para el año 2050. No lo suficiente para cumplir con el Acuerdo de París, pero sí para preocupar a las empresas petroleras y a los gobiernos productores de petróleo.
La transición energética llega en un momento en el que Pemex ya enfrenta desafíos. Su producción de petróleo se ha reducido casi a la mitad desde que comenzó a decrecer en 2010. Como resultado, México es hoy un importador neto de productos petroleros. En un esfuerzo por fortalecer la ‘soberanía energética´—como la define el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador— y asegurar un suministro diversificado y seguro de petróleo, Pemex ha invertido cantidades significativas en el sistema nacional de refinación. Además, arrastra grandes compromisos financieros derivados del gasto en pensiones de sus trabajadores. Considerada la empresa petrolera más endeudada del mundo, Pemex se mantiene a flote gracias al apoyo sustancial del Gobierno. La deuda de Pemex sobrepasa los USD 100 000 millones, que equivale al 5.6 % del Producto Interno Bruto estimado para 2023.
Aunado a esto, un porcentaje relevante de las finanzas públicas sigue proviniendo de los ingresos petroleros. En 2023, los ingresos petroleros representaron el 15 % del total de ingresos presupuestarios. De estos, 10 % (736 578 millones de pesos) provino de los ingresos que aporta Pemex. Si consideramos el aporte que hace Pemex al Fondo Mexicano del Petróleo, la participación de Pemex en los ingresos presupuestarios de 2023 aumenta a aproximadamente el 22 %. Sin embargo, una parte importante de este aporte ha sido absorbido por la propia Pemex a través de los apoyos financieros que ha recibido del Gobierno.
Estos factores colocan a Pemex en una situación particularmente difícil para hacer frente al reto de la transición energética mundial. La respuesta de Pemex y del Gobierno será crucial para la sostenibilidad de la empresa estatal, las finanzas públicas, la seguridad energética y las 520 000 personas que Pemex y las industrias asociadas emplean, particularmente en estados como Tabasco y Campeche, donde Pemex extrae la mayor parte del petróleo, correspondiente al 50 % y 41 % de la producción total de la compañía, respectivamente.
Para el próximo Gobierno las decisiones que se tomen en torno a Pemex serán cruciales, y las propuestas de cómo enfrentará la empresa estos enormes retos, incluyendo los riesgos de la transición energética, deberán discutirse en lo que resta de campaña electoral, así como durante el próximo gobierno. Estas elecciones representan una oportunidad para que los ciudadanos exhorten a los dirigentes políticos a que se comprometan a enfocar los retos que enfrenta Pemex en el contexto de la transición, con miras a avanzar en la consecución de las metas energéticas y de descarbonización del país. Así, el presente documento contribuye a mejorar el entendimiento de la situación de Pemex en el panorama descrito y ofrece algunas recomendaciones.
Authors
Fernanda Ballesteros
Mexico Country Manager
Andrea Furnaro
Senior Policy Analyst
David Manley
Lead Economic Analyst – Energy Transition