Configurando narrativas inclusivas sobre la transición justa en Colombia
Las narrativas —los relatos y marcos que forman nuestra comprensión de los problemas— influyen directamente en las percepciones públicas y en las decisiones de política. Juliana Peña Niño, de NRGI, conversó con Alexandra Malmqvist sobre el papel de las narrativas en la transición energética en Colombia y por qué el trabajo de NRGI en este campo es hoy más relevante que nunca.
¿Por qué son tan importantes las narrativas sobre la transición energética en Colombia?
Colombia ha dependido durante mucho tiempo del petróleo y la minería, que representan más de la mitad de sus exportaciones. A pesar de algunos avances hacia una transición energética alejada de los combustibles fósiles, incluido el reciente liderazgo del presidente colombiano en foros internacionales, aún hay una falta de claridad a nivel nacional sobre cómo debería ser esta transición y cómo podría ocurrir el cambio económico, social, ambiental e institucional.
Esta incertidumbre ha llevado a la polarización y a la creación de narrativas opuestas a la transición energética, lideradas principalmente por actores económicos y políticos poderosos interesados en que la explotación de combustibles fósiles continúe. Estos actores han moldeado gran parte de la opinión pública en contra de la transición energética, enmarcándola como innecesaria, argumentando que el país no es un emisor significativo de dióxido de carbono (CO2) y que la transición es perjudicial para la estabilidad económica y el desarrollo nacional. Esta polarización ha convertido la discusión en un debate político sobre quién apoya y quién se opone a la agenda del gobierno actual.
Las organizaciones de la sociedad civil, los ciudadanos, las comunidades locales y los pueblos indígenas no están suficientemente representados en este debate. Y entre ellos, las perspectivas están fragmentadas y dispersas. No existe un punto de vista alternativo unificado en el discurso público que considere la transición energética como un proceso deseable, posible y abarcador. Sin una narrativa alternativa que proponga una visión diferente, la transición energética en sí misma podría perpetuar la misma desigualdad, inequidad y el desequilibrio de poder histórico que observamos hoy en día.
¿Cómo ha participado NRGI en las narrativas del país? ¿Qué acciones se tomaron y cuáles fueron los principales hallazgos o percepciones obtenidas? ¿Hubo hallazgos sorprendentes?
NRGI reunió a un grupo diverso de 30 personas que representan a comunidades locales, organizaciones de base e indígenas, organizaciones de mujeres, academia y organizaciones de la sociedad civil nacionales e internacionales para crear una meta-narrativa sobre una transición energética justa, según la visión de varias poblaciones y actores de la sociedad civil en Colombia.
Esta iniciativa empoderó a las comunidades y a la sociedad civil para contribuir más efectivamente a un discurso público que apoye la transición energética. Los participantes aprendieron sobre conceptos de historias, narrativas y meta narrativas, y su papel en la comunicación estratégica. Por ejemplo, una historia describe un hecho aislado, mientras que una serie de historias forman una narrativa. Una meta narrativa, en cambio, abarca varias narrativas específicas, incluyendo valores y visiones fundamentales del mundo que las sustentan, y explica cómo entendemos nuestras relaciones con nosotros mismos, con los demás y con el mundo.
Un objetivo clave fue conectar emocionalmente con los participantes, fomentando la empatía sobre cómo otros están experimentando la transición energética, especialmente en el norte de Colombia, donde se cerró la mina de carbón y se establecieron proyectos eólicos. Este trabajo también se inspiró en las ideas de la filósofa Martha Nussbaum sobre el papel de las emociones en la configuración de la cultura pública y un ideal renovado de justicia.
Con un socio académico también utilizamos inteligencia artificial para analizar contenidos en los medios de comunicación colombianos y así identificar las narrativas dominantes, proporcionando una línea base sobre cómo se enmarca la transición energética en los medios. Usamos esto para desarrollar nuestra meta narrativa y asegurarnos de que estuviera fundamentada en la evidencia.
Uno de los mayores desafíos fue equilibrar diferentes puntos de vista y la dificultad para llegar a un consenso en algunos temas. Sin embargo, en otras áreas, encontramos formas alternativas de abordar nuestras diferencias. Por ejemplo, una mujer afrocolombiana apoyaba la transición energética, pero se oponía a nuevos proyectos en su comunidad debido a sus impactos negativos. Como resultado, incluimos el principio de que la justicia implica evitar sobrecargar las regiones ricas en energía con proyectos de transición energética a gran escala.
Entre los aspectos clave de esta iniciativa destacan: primero, los diversos contextos y realidades de las poblaciones en diferentes regiones fueron centrales para la construcción de la meta narrativa, algo sin precedentes en el sector. Llevar estas particularidades a la discusión nacional es esencial para fomentar un proceso de toma de decisiones más inclusivo. En segundo lugar, el proyecto fortaleció el capital social al unir a un grupo diverso de personas que ahora están más alineadas y motivadas para seguir trabajando colaborativamente para influir en una agenda de transición energética justa en Colombia.
¿Cómo aseguran que las narrativas que promueven sean inclusivas y representen las voces diversas de las comunidades?
La meta narrativa se basó en las diversas perspectivas, valores y ambiciones discutidas por los participantes sobre un país más allá de los combustibles fósiles, con fuentes de energía renovable y una economía diversificada. Para asegurar la inclusión, involucramos activamente a participantes con opiniones y experiencias distintas. Por ejemplo, una mujer indígena expresó que su comunidad no quería la transición energética, temiendo que incrementaría la minería de cobre, amenazando sus tierras tradicionales y una importante fuente de agua para su comunidad y la región. En respuesta, incluimos un principio en la meta narrativa que establece que las comunidades indígenas tienen derecho a gestionar sus propias tierras, en línea con la Constitución colombiana y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que apoya el consentimiento libre, previo e informado.
Construir confianza dentro del grupo fue crucial desde el inicio. Creamos un ambiente neutral, seguro e inclusivo donde todos se sintieron cómodos, respetados y valorados. Este enfoque fue clave para construir consenso, por lo que hicimos esfuerzos para prevenir y gestionar situaciones que pudieran llevar a sentimientos de competencia, desconfianza o desequilibrios de poder, especialmente entre organizaciones nacionales y locales. El intercambio de diferentes tipos de conocimiento —incluido el conocimiento técnico, la sabiduría ancestral y la experiencia vivida— fue altamente valorado y complementario.
Como resultado, la meta narrativa capturó, efectivamente, los objetivos comunes identificados por todos los miembros para una transición energética justa, apoyando los esfuerzos colectivos para posicionarla en el discurso público.
Mira nuestra serie de videos del taller de narrativas, donde presentamos las opiniones de la sociedad civil colombiana sobre la transición energética y el marco para una transición justa más allá de los combustibles fósiles.
NRGI está apoyando a organizaciones de la sociedad civil y líderes para implementar la meta narrativa en sus comunicaciones y buscar posicionar esta visión de una transición energética justa en el discurso público.
Authors
Juliana Peña Niño
Colombia Country Manager
Alexandra Malmqvist
Senior Communications Officer